jueves, 9 de septiembre de 2010

נєнσνá ∂ισ נєнσνá ℓσ qυιтσ, вєη∂ιтσ ѕєα єℓ ησмвяє ∂є נєнσνá


--> Hace unos días me quejaba de que la carga era demasiado pesada para mis hombros, por quejarme ahora me ha sobrevenido otra peor, jamás pensé que esto iba a pasar, o sea uno sabe que la muerte puede venir en cualquier momento pero como que no asimilas que puede llegar tan cerca, mi madre a fallecido, Dios se la ha llevado y aunque sé que ella está mejor en los cielos, no puedo no pensar en el vacío que ha dejado, en lo mucho que la extrañare, que me hará falta.
Todo lo que hace Dios es bueno, lo sé, pero como no extrañarla, como no recriminarse por cosas pequeñas y ya sin valor... "si hubiera hecho esto", "si hubiera dicho esto"... bla bla bla... ya no tienen sentido, no hay vuelta atrás. Hasta el último momento cuando la miraba en su ataúd, me daba la sensación de que iba abrir los ojos y me iba a preguntar que porque la tenía en ese lugar.
fue una madre ejemplar, con falencias como cualquier ser humano, me dio consejos y me supo enseñar, pero hubiera querido que estuviera en el día de mi boda, que me enseñara a criar mis hijos, que me hubiera visto feliz junto a mi futuro esposo, que...que... que... pero ya no está, pero me queda la conformidad que hice lo mejor que pude, que siempre trate de ser obediente aunque no me resultara mucho, estuve con ella en sus últimos días y cumplí sus últimos deseos.
Hay cosas que nunca se olvidan y sé que lo que ella me dejo y fue para mí es de esas cosas que no se olvidan.
No me dejo dinero, propiedades, etc. pero me dejo algo invaluable, el evangelio  de mi Señor Jesucristo, y eso no tiene precio, no tiene valor.

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